sábado, 24 de julio de 2010

L'amour

Ah... El amor... Lo bello que es cuando se respira, cuando se siente, cuando se vive, cuando se sueña... Y luego es magnífica... La hostia que te das cuando todo se acaba.
Decididamente, no me quiero enamorar. Es una gilipollez. Que si empiezas a sonreír como un gilipollas, luego te tienes que acordar de fechas, como la primera cita, el primer beso, la fecha de cumpleaños de tu pareja, su color favorito... Y más adelante te tienes que acordar de la fecha de tu boda, de poner la vajilla buena para los invitados, de como se programa la lavadora, el friegaplatos, de la ordenación de la nevera, y de llevar a tus seis retacos al colegio, antes de preparar estúpidas fiestas con globitos...
Pues bueno, esa vida no es para mí. Puede que a alguien le guste... Pero gilipollas y temerarios han habido siempre.
De las únicas fechas del primer beso y cuando me conocí con alguien, las quiero tener claras: La noche anterior a la que le dije: "¿Te falta mucho para salir de mi cama e irte?" No quiero tener críos, ni vajilla, ni programar nada. Sólo quiero una vida ideal: una chica en una mano, una botella en la otra, unos cuantos colegas con los que irme de fiesta, y una posterior laguna mental.
¿Adónde ha ido el instinto adolescente de las personas?¿Adonde han ido sus ganas de vivir? Hoy en día se valora más un trabajo de mierda, mal pagado, en el que tienes que soportar a un jefe cabrón, antes que tener iniciativa y vivir la vida que quieres. Y luego te vienen con que si no haces nada productivo en el trabajo. Mandan cojones.
El único amor que quiero, es el de enamorarme de mí mismo. Lo suficiente como para decir: "Me encantaría tener algo serio y duradero contigo... Pero también me encantaría tirarme a todas las supermodelos que existen, y en ambos casos, me va a ser imposible."

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