viernes, 4 de febrero de 2011

Al infierno con el mundo

La gente se pregunta: ¿Que coño estoy haciendo en este mundo?¿Y ahora qué? Bueno, pues ni yo tengo la respuesta, ni está en el fondo de una botella. Pero no creo que ese sea motivo para dejar de buscar.
Sinceramente, a menudo me pregunto si realmente estamos aquí por casualidad, por capricho de la naturaleza, o porque como el mayor best-seller de la historia nos cuenta, a alguien se le ocurrió la magnífica idea de echar a perder un planeta poblándolo de una raza autodestructiva, misantrópica, cruel, y adicta al porno barato y sudoroso.
Yo por mi parte prefiero dejar de buscar el porqué, pero no deja de picarme la curiosidad. Miles de millones de generaciones de evolución para descubrir que nos pasamos la vida ante una pantalla, con una mano en la entrepierna, y una cerveza en la otra. Sinceramente, yo ya dudo de que la naturaleza sea sabia. Si lo fuera, a algunos no les habría dado boca, y a otros tal vez no les hubiera llegado ni a dejar nacer.
En cualquier caso, no puedo decir mucho. Hoy en día todo lo que hemos descubierto, te acaba matando lentamente. Pero en sí misma, la vida te matará, así que, ¿que cojones hace el universo entero quejándose de los pequeños vicios que hacen el día a día más ameno y soportable?
Demasiadas cosas en las que pensar, y demasiada cafeína en vena como para utilizar la cabeza. Creo que me daré una ducha, me despejaré, tomaré algo sano, pondré un par de asuntos en orden... O tal vez antes de todo eso, exactamente ahora mismo me canse de pensar en esas cosas y me haga una paja y me vaya a dormir.
Lo que sea. Poca cosa en el día a día que lo cambie de los demás, y mucho azufre en el aire, signo de que el mundo se va al infierno... Bueno, el lado bueno es no tendremos que esperar una vida entera para ir allí.
Buenas noches, que tengáis dulces sueños, buena suerte, y a tomar por culo un rato, hasta que todo ésto se inunde de océanos de fuego, sangre, y algunos capullos vestidos de rojo con tridentes.